Un investigador de la UVA desarrolla una aplicación que permite a los alumnos de los centros educativos denunciar de forma rápida y sencilla el ‘bullying’ por medio del teléfono
Fuente: Innovadores/Diario de Valladolid
Le encanta la música, escucha jazz. Es una afición que aprendió de la mano de su abuelo. Un incombustible del saxofón que regala acordes. Va a todos los sitios con los cascos puestos y el teléfono móvil. Son sus aliados para escuchar a sus artistas favoritos. Y también son el nexo de unión con sus amigas.
Con ellas empieza a salir los sábados por la tarde. Como una piña van al centro comercial, se compran un helado de pepitas de chocolate y comparten confidencias sobre las clases, el deporte, el amor y la amistad. Tiene planes para las vacaciones. Cuando piensa en ellas se dibuja una sonrisa en su cara.
Un buen día todo cambia. Se vuelve más esquiva, no quiere ir al colegio y sale de casa en contadas ocasiones. Su discapacidad motora que nunca había sido una barrera, lo es. Nadie entiende nada y ella tampoco lo exterioriza. Tiene miedo, pánico. Sus acosadores cada día critican su forma de hablar, de moverse, de vestir, sus gustos, su pelo largo, incluso sus gafas. Ella no puede más pero se calla.
Ella no existe pero a la vez sí que vive con diferentes caras en cada una de las personas que sufre acoso escolar. Un tema tabú que en algunos casos ha terminado en suicido. Las víctimas se consideran culpables de todo lo que les pasa. Tanto es su sufrimiento que se cansan de vivir.
Para acabar con la ley del silencio que normalmente impera en las aulas con este tema, el estudiante de la Universidad de Valladolid (UVA) Raúl Calvo ha desarrollado una aplicación que permite a los centros educativos denunciar de forma rápida y sencilla episodios de bullying por medio del teléfono móvil.
El funcionamiento es sencillo. Tras la instalación de la app, hay una primera fase de registro en la que el alumno introduce el nombre de su colegio y el código del centro.
Para terminar este apartado se aceptan las condiciones de anonimato, en las que también se recoge que se desvelará la identidad en los supuestos en los que se haga un uso incorrecto de ella, explica.
A continuación, aparece un menú que permite que el usuario pueda iniciar una denuncia, utilizar la cámara o el micrófono y abrir las conversaciones por denuncias pasadas.
Cuando se utiliza para revelar una situación de acoso, la primera pregunta sirve para conocer los datos de la víctima (o víctimas), después del agresor y si es violencia física, verbal o virtual.
«Una vez que se introduce toda la información se solicita una explicación de los hechos ofreciendo la posibilidad de agregar fotos y vídeos», indica Calvo, quien añade que tras la denuncia se abre una conversación que servirá para que se establezca una comunicación entre los responsables del centro y el denunciante, siempre conservando el anonimato.
Stop Bullying –así se llama la herramienta– surgió para promover el rechazo y la denuncia hacia estas conductas y proporcionar un medio a los alumnos para poder dar a conocer esa información de manera anónima y cómoda.
«Esta aplicación podría servir, sin duda, para identificar un mayor número de casos por parte de los centros. Eso sí, el centro tiene que estar preparado para afrontar cada situación de la mejor manera posible», expone el estudiante de la UVA para, más tarde, comentar que el acoso escolar cada vez cuenta con más protagonismo en los colegios e institutos.
De hecho, diversos estudios recogen que aproximadamente el 70% de los niños escolarizados de entre 13 y 17 años en España ha estado implicado, ya sea como víctima o como acosador, en algún episodio de bullying en las aulas. «Y esto es alarmante», sentencia.