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LA UVa Y EL HOSPITAL CLÍNICO EMPLEAN LA TEORÍA DE GRAFOS PARA REDEFINIR LA ESQUIZOFRENIA

Fuente: Gabinete de Comunicación de la UVa

La esquizofrenia es un trastorno mental caracterizado por una pérdida de contacto con la realidad y otras alteraciones cognitivas. En su diagnóstico se emplean exclusivamente grupos de criterios clínicos, lo que resulta en una marcada heterogeniedad de los pacientes así diagnosticados.

Un grupo de investigación conjunto de la Universidad de Valladolid (UVa) y el Hospital Clínico Universitario de Valladolid pretende contribuir a entender mejor este trastorno mental a partir del establecimiento de subcategorías dentro de él. Para ello, emplea la teoría de grafos, procedente de las matemáticas aplicadas, al estudio de parámetros cerebrales.

Estas subcategorías, de encontrarse, supondrían un gran avance en el diagnóstico y búsqueda de tratamiento más personalizado para los pacientes.

Con esta técnica, acaban de observar que las alteraciones de las conexiones entre distintas regiones cerebrales en los individuos con el trastorno está vinculado al progreso de la enfermedad y no al tratamiento antipsicótico recibido.

“La propia defición de la esquizofrenia puede estar dificultado identificar sus sustratos cerebrales”, lamenta Vicente Molina, investigador principal del equipo. La esquizofrenia y otros trastornos psiquiátricos graves como el bipolar se definen “por acuerdos entre expertos en función de las características comunes de los pacientes”.

Equivaldría a que a partir de la fiebre y la dificultad de la respiración encajonáramos los cuadros que causan estos síntomas en una misma enfermedad, cuando en realidad pueden corresponder a una neumonía, a una gripe o a una enfermedad cardiaca”. El equipo investigador parte de alteraciones biológicas comunes a pacientes con esquizofrenia para identificar entre ellos a grupos.

Unos 21 millones de personas padecen esquizofrenia en todo el planeta, según cálculos de la Organización Mundial de la Salud.

En trabajos previos, el equipo, que forma parte del Instituto de Neurociencias de Castilla y León, ha estudiado la estructura del cerebro en personas con esquizofrenia. Así se pudo proponer la existencia de dos grupos de pacientes, uno minoritario (en torno al 20%) que presentaba conexiones anatómicas alteradas en el cerebro.

La materia blanca está compuesta de fibras nerviosas cubiertas de mielina capaces de transmitir impulsos nerviosos, que conectan las regiones cerebrales entre sí.

En el segundo grupo, mayoritario (en torno al 80%), los pacientes podrían presentar en cambio una deficiencia la hora de sincronizar la actividad de las neuronas en diferentes regiones, por mecanismos independientes de una alteración física de esas conexiones de materia blanca.


Resonancias magnéticas y matemáticas

En el último trabajo, publicado en la revista científica Progress in Neuro-Psychopharmacology and Biological Psychiatry, a partir de imágenes de resonancia magnética tomadas en la Facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid, se estudió la integridad de las conexiones de materia blanca en pacientes con esquizofrenia, trastorno bipolar y un grupo de control.

Esas conexiones consisten en haces de axones recubiertos de una proteína especia llamada mielina. Si este recubrimiento presenta alteraciones, la transmisión nerviosa se vuelve menos eficiente.

El grupo creó un mapa del cerebro dividido en 84 regiones, que se tomaron como los nodos de un grafo. La teoría de grafos estudia las relaciones de diferentes puntos (llamados nodos) y cómo se relacionan entre ellos. En el plano de un metro, por ejemplo, los nodos serían las estaciones, que se pueden interconectar por una o varias líneas férreas.

En el estudio, las líneas suponían las conexiones que emplea la materia blanca entre las diferentes regiones del sistema nervioso.
“Observamos tanto la densidad de esta red de conexiones, la longitud de la red (como un impulso llegaba de una a otra región cruzando el menor número de nodos intermedios) y los grados de separación de un punto a otro”, explica Molina, catedrático de Psiquiatría en la Facultad de Medicina y jefe de la unidad de hospitalización de adultos en el Hospital Clínico Universitario de Valladolid.

En el trabajo, además de psiquiatras y neuropsiquiatras de ambas instituciones, participó personal del Laboratorio de Procesado de Imagen y del Grupo de Ingeniería Biomédica, ambos de la UVa.

Con esta modelización, se trató de saber si había características específicas en esos fallos de sincronización de este grupo de personas con esquizofrenia que los diferenciara de otros pacientes con trastornos mentales.

Por ello, en el estudio se incluyó una muestra de personas con trastorno bioplar. Este colectivo presentaba deterioros similares al de esquizofrenia: cuanto mayores eran las alteraciones, peor rendimiento presentaban en pruebas cognitivas destinadas a valorar funciones como la memoria, la velocidad de ejecución o la resolución de problemas.. 

En el estudio también se observó que a mayor tiempo desde el diagnóstico de la esquizofrenia, disminuía la densidad y se ampliaba el grado de separación entre los nodos del mapa cerebral, lo que puede suponer una menor eficiencia en las comunicaciones.

Por último, se evaluó la influencia del tratamiento antipsicótico y de las dosis administradas a estas personas para tratar su problema. En base a lo encontrado, el deterioro progresivo en esas conexiones nerviosas parecía deberse más al progreso de la enfermedad que a los fármacos administrados, concluye el estudio.

Bibliografía
Benjamín Cea Cañas, Rodrigo de Luis, Alba Loureiro, Javier Gómez Pilar, Eva Sotelo, Pilar del Valle, Marta Gómez García, Adrián Alonso Sánchez, Vicente Molina. ‘Structural connectivity in schizophrenia and bipolar disorder: Effects of chronicity and antipsychotic treatment’. Progress in Neuropsychopharmacology & Biological Psiquiatry’ 92 (2019). 369-377. https://doi.org/10.1016/j.pnpbp.2019.02.006

Identifican un grupo de pacientes diferenciado dentro de la esquizofrenia

Fuente: Gabinete de Comunicación de la UVa

Investigadores de los departamentos de Psiquiatría y Estadística de la Universidad de Valladolid (UVa), del Hospital Clínico Universitario de Valladolid, de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, del Hospital 12 de Octubre de Madrid y del Hospital Reina Sofía de Córdoba han identificado un grupo de pacientes dentro de la esquizofrenia que presenta diferentes características cerebrales estructurales, funcionales y una distinta evolución clínica. El hallazgo, publicado en la revista ‘Progress in Neuro-Psychopharmacology and Biological Psychiatry’, supone un avance en el conocimiento de la enfermedad y abre una vía nueva para mejorar sus tratamientos.

Según explica el docente e investigador de la UVa Vicente Molina, la esquizofrenia no se caracteriza por un cuadro clínico único con una evolución uniforme ni siquiera similar en muchos casos, sino que los pacientes muestran signos y síntomas diferentes y también responden de forma distinta al tratamiento habitualmente empleado. Por ello, “desde la perspectiva clínica pensamos que tiene que existir probablemente más de una enfermedad dentro del síndrome que llamamos esquizofrenia”, apunta.

Del mismo modo, desde el punto de vista biológico la comunidad científica internacional ha realizado multitud de hallazgos pero sus resultados no han podido replicarse suficientemente. En particular en lo relativo a los estudios cerebrales, algunos grupos investigadores encuentran pequeñas pero significativas desviaciones en la estructura o en la función cerebral, mientras otros grupos no las detectan.

“En este contexto, una de las hipótesis es que existen grupos con distintos sustratos biológicos que contribuyen a causar un síndrome al que llamamos esquizofrenia. Hasta la fecha, los estudios realizados asumían que todos los pacientes con esquizofrenia debían tener la misma base biológica que habría que descubrir y por ello cada grupo realiza su estudio y encuentra cosas que después no se replicaban. Nuestra idea es hacer el camino a la inversa.

En lugar de dar por hecho que existe un cuadro más o menos uniforme al que llamamos esquizofrenia que debe tener un sustrato común a todos los pacientes, tratamos de investigar cómo se agrupan esas múltiples alteraciones biológicas que encontramos en los pacientes de esquizofrenia y definimos qué síntomas y qué evolución de la enfermedad caracteriza a los pacientes con agrupaciones biológicas comunes”, detalla.

Estudio de 203 sujetos

El equipo científico dirigido por Vicente Molina estudió 203 sujetos, 121 pacientes de esquizofrenia -64 de primer episodio, para descartar los posibles efectos relacionados con el tratamiento farmacológico a largo plazo y la cronicidad de los pacientes con una evolución prolongada-, 22 pacientes con trastorno bipolar –en general crónicos y tratados con fármacos similares a los que reciben los pacientes crónicos de esquizofrenia, para poder controlar los efectos del tratamiento crónico con esos fármacos-, y un grupo control compuesto por 60 sujetos sanos.

Los investigadores partieron del estudio de la estructura del cerebro con Resonancia Magnética. En concreto, seleccionaron tres parámetros estructurales señalados por su posible importancia en la literatura científica en torno a la esquizofrenia. “Se trata del grosor cortical o grosor de la materia gris en cada punto, el área de la corteza y la curvatura. Algunos grupos pero no otros han encontrado que están alterados y, además, tienen un correlato verosímil desde el punto de vista de posibles alteraciones biológicas subyacentes, como alteraciones de la conectividad entre regiones o de la maduración cerebral”, agrega.

Una vez distinguidos algunos grupos de pacientes con determinados patrones anormales de grosor cortical, área y curvatura, los investigadores analizaron otros datos biológicos que disponían de estos sujetos como estudios de consumo de glucosa –el elemento que emplean fundamentalmente las neuronas en su metabolismo-, el potencial evocado P300, sus datos clínicos o su evolución.

Diferencias claras

El equipo científico comprobó que 24 pacientes de esquizofrenia -12 de ellos crónicos y 12 de primer episodio- se segregaban claramente de los demás. Entre ellos no se encontraba ningún paciente con trastorno bipolar. Como señala Molina, este grupo diferenciado se caracterizó “por una curvatura media claramente mayor en la corteza, es decir, un cerebro más encogido, con rugosidades, y en menor medida por un menor grosor cortical”. Asimismo, este grupo presentaba alteraciones metabólicas que no mostraban los demás pacientes con esquizofrenia, en concreto un consumo de glucosa bastante menor que el resto de pacientes en dos regiones importantes, el estriado y el tálamo; y en ellos los denominados síntomas negativos -como falta de interés por las cosas, problemas para relacionarse o la incapacidad de mantener la atención- empeoraron con el paso del tiempo, mientras que en los demás casos mejoraron levemente.

Los hallazgos realizados podrían permitir comprender mejor los sustratos de la esquizofrenia superando el problema conceptual que supone buscar sustratos cerebrales comunes a todos estos casos. Quizá así podrían mejorarse las terapias que se administran a estos pacientes.

El grupo dirigido por Vicente Molina, denominado ‘Sustratos cerebrales de la psicosis’, que ha obtenido la calificación de Unidad de Investigación Consolidada por parte de la Junta de Castilla y León, prevé seguir investigando en esta línea, a través de un proyecto financiado tanto por la Gerencia Regional de Salud como por el Instituto de Salud Carlos III, concretamente en el estudio de los fundamentos de la conectividad anatómica y funcional en estos pacientes, lo que podría contribuir también a diferenciar nuevos grupos.

Referencia bibliográfica:
Lubeiro, A., Rueda, C., Hernández, J. A., Sanz, J., Sarramea, F., y Molina, V. (2016). “Identification of two clusters within schizophrenia with different structural, functional and clinical characteristics”. Progress in Neuro-Psychopharmacology and Biological Psychiatry, 64, 79-86.