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BACTERIAS PÚRPURAS PURIFICAN Y TRANSFORMAN RESIDUOS DE GRANJAS PORCINAS EN ENERGÍA LIMPIA

Fuente: Gabinete de Comunicación de la UVa

Las granjas porcinas generan una elevada cantidad de residuos. La gestión de estos purines no es nada sencilla y se ha convertido en todo un problema para el crecimiento del sector ganadero. Actualmente, son empleados como biofertilizantes para los suelos, pero su uso no es siempre posible.

En ese sentido, el Instituto de Procesos Sostenibles (IPS) de la Universidad de Valladolid (UVa) ha desarrollado una tecnología incipiente que por primera vez acopla dos procesos secuenciales: el tratamiento de la purificación de gas biogás y la digestión anaerobia de residuos ganaderos, esta última una tecnología ya madura y asentada, para transformar estos purines altamente contaminantes en un biogás de alta pureza denominado biometano.

El microorganismo fotosintético empleado para esta transformación es una bacteria púrpura, capaz de captar la energía infrarroja del Sol y nutrirse con el fósforo, nitrógeno y materia orgánica presentes en los purines.

Estos organismos realizan una fotosíntesis anoxigénica con fijación de dióxido de carbono (CO2) y ácido sulfhídrico (H2S), lo que permite obtener el subproducto deseado: un gas natural renovable y limpio que se puede inyectar directamente en la red de gas natural o usarse como combustible en automoción.

El objetivo final es mitigar la dependencia energética y posibles problemas de abastecimiento energético por cuestiones geopolíticas. Un estudio con estas bacterias ha sido publicado recientemente por el IPS en la revista Bioresource technology.

Ya existen plantas industriales de digestión anaerobia para el tratamiento centralizado de purines, pero generalmente se encuentran alejadas de las explotaciones, lo que limita la viabilidad económica de esta estrategia de gestión. Más de diez o viente kilómetros de distancia entre la planta y la granja hace contraproducente para el ganadero la gestión centralizada de los residuos en estas plantas. En este contexto, es necesario buscar una manera de instalar pequeñas plantas en granjas y aprovechar el biogás producido en la propia explotación ganadera.

Por el momento, la investigación se encuentra en una fase inicial de laboratorio y la intención del equipo de investigadores, encabezado por Raúl Muñoz, es seguir con la validación a escala semi-industrial en procesos en continuo, un proceso para el que calculan necesitarán unos seis años.

Para poder dar ese siguiente paso en el desarrollo de esta tecnología “se requiere financiación externa”, afirma Muñoz, “es una investigación cara y que conlleva tiempo, aunque su desarrollo no es controlable solamente con parámetros económicos”.

Otras investigaciones y punto de partida
Recientemente, este mismo grupo de investigación del IPS publicó en la misma revista un trabajo con una tecnología mucho más madura en la que aplicaban el uso de microalgas para purificar el biogás producido a partir de aguas residuales en Chiclana de la Frontera (Cádiz).

En esta ocasión, los microorganismos empleados fueron microalgas que aprovechan la luz visible del sol para efectuar la fijación de CO2 y asimilación de nutrientes del agua residual.

En todo caso, estas algas no competirían con las bacterias púrpuras ya que aprovechan diferentes secciones del espectro solar. 

Antes de experimentar con este tipo de microorganismos, la gestión y transformación de los residuos orgánicos se llevaban a cabo a través de lavados a presión, tecnologías de adsorción y de separación de membrana, técnicas de alto coste e impacto ambiental que no evitaban la liberación de CO2 a la atmósfera.

Un instituto único en Castilla y León
El Instituto de Procesos Sostenibles centra sus últimas investigaciones en la misma línea: el desarrollo de procesos biológicos de bajo coste y medioambientalmente sostenibles para convertir el biogás sucio en un biomentano con calidad similar al gas natural. Procesos basados en biotecnologías que emplean una parte de la luz solar para llevar a cabo esa purificación y transformación del gas. Es el único instituto universitario de excelencia de Castilla y León.

Raúl Muñoz, el investigador que lidera las líneas de tratamiento biológico de gases y depuración de aguas con microalgas, ha sido recientemente galardonado por la Real Academia de Ingeniería Española como mejor Investigador joven y con el premio Bankia Joven Innovador por sus trabajos para mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero y sus consecuencias.

Bibliografía
David Marín, Esther Posada, Dimas García, Daniel Puyol, Raquel Lebrero, Raúl Muñoz. “Assessing the potential of purple phototrophic bacteria for the simultaneous treatment of piggery wastewater and upgrading of biogás”. Bioresource Technology. Volume 281, June 2019, Pages 10-17. https://doi.org/10.1016/j.biortech.2019.02.073

LA UVa EXPLORARÁ NUEVAS VÍAS PARA REVALORIZAR EL BIOGÁS

Fuente: Gabinete de Comunicación de la UVa

Un equipo de investigadores del Grupo de Tecnología Ambiental del Departamento de Ingeniería Química y Tecnología del Medio Ambiente (perteneciente a la EII) de la Universidad de Valladolid ha obtenido recientemente un proyecto del Plan Nacional de I+D+i del Ministerio de Economía y Competitividad (MINECO) cuyo fin último es explorar nuevas vías para la revalorización del biogás procedente del tratamiento de aguas residuales.

El proyecto se desarrollará a lo largo de los próximos tres años y contará con un presupuesto de 173.000 euros. Además, una de las tecnologías que se encuentra en fase avanzada será escalada en el marco del Proyecto INCOVER (Programa Horizonte 2020), en un proyecto en el que el grupo contará con un presupuesto de 338.687 euros hasta 2019.

“El hecho de que el biogás ya no sea tan atractivo por los cambios en el marco energético y regulatorio a nivel nacional e internacional, hace que muchos productores emitan el metano –su componente principal- a la atmósfera contribuyendo al calentamiento global y al cambio climático”, explican los investigadores principales del proyecto, Raúl Muñoz y Raquel Lebrero.

En estaciones depuradoras de aguas residuales y centros de tratamiento de residuos sólidos urbanos o ganaderos, la contaminación orgánica se transforma mediante un proceso de digestión anaerobia (en el cual microorganismos descomponen los residuos en ausencia de oxígeno) en biogás. La combustión de este biogás puede aprovecharse para generar energía eléctrica y térmica que, por ejemplo, podría servir para abastecer a la propia planta de tratamiento e incluso ser vertida a la red, produciendo una importante ventaja económica.

Sin embargo, este potencial valor energético se ha visto limitado en los últimos años debido al relativamente elevado coste de producir biogás, a la falta de incentivos fiscales para su uso y a la presencia de contaminantes como el CO2, el ácido sulfhídrico, el amoniaco y los compuestos orgánicos volátiles (COVs).

Por ello, surge la necesidad de buscar alternativas para conferir un mayor valor añadido al biogás y reducir el impacto ambiental. Este es el fin último del proyecto que han emprendido y que se centra principalmente en dos estrategias basadas en la bioconversión -el desarrollo de tecnologías de conversión de biogás a productos con un valor agregado mayor mediante el uso de biotecnología-, como son la generación de bioplásticos y ectoína y la producción de un biocombustible de calidad similar al gas natural.

Según detallan los investigadores, el biogás puede ser un sustrato biotecnológico valioso para generar biopolímeros –bioplásticos- o ectoína, una sustancia orgánica con propiedades cosméticas.

De este modo, en el marco del proyecto se optimizará el proceso y las condiciones de cultivo de bacterias acumuladoras de PHAs –un tipo de biopolímeros- y ectoína, con el objetivo de maximizar tanto su crecimiento como su acumulación. En este sentido, también se prevé optimizar el diseño y la operación de biorreactores para, en un futuro, poder llevar estos procesos a escala industrial.

Una buena materia prima para producir biocombustible

Por otra parte, su alto contenido en metano hace que el biogás sea una materia prima adecuada para la producción de un biocombustible de calidad análoga al gas natural. En este apartado, los investigadores de la UVa aplicarán sistemas biológicos basados en microalgas para asimilar o eliminar los principales contaminantes del biogás, hasta en un 95% en el caso del CO2 y la totalidad del ácido sulfhídrico.

“Hemos planteado estas dos estrategias para que puedan ser implementadas en función del contexto en que esté la planta de tratamiento de residuos. Por ejemplo, si una de estas estaciones tiene acceso a una red de gas natural y puede inyectar ese biogás purificado, podría obtener una ventaja económica de este biocombustible.

Sin embargo, si una planta está más aislada y el gasto en infraestructura no justifica la revalorización del biogás, se puede desarrollar un proceso para la producción, por ejemplo, de bioplástico, que podría ser transformado por otra industria”, precisan.

El desarrollo de este tipo de productos de valor añadido a partir de biogás generaría, a su juicio, no solo una ventaja económica para la empresa productora, sino que también contribuiría a objetivos más ambiciosos, como la creación de una bioeconomía europea menos dependiente de combustibles fósiles o el cumplimiento de los compromisos internacionales de España en materia de reducción de gases de efecto invernadero y producción de energía limpia.

En este aspecto, el Grupo de Tecnología Ambiental creado por el catedrático Fernando Fernández-Polanco lleva más de 4 décadas centrado en el desarrollo de biorrefinerías a partir de residuos domésticos y agro-industriales.

El equipo encabezado por Raúl Muñoz, Raquel Lebrero y Pedro García Encina trabaja desde hace más de diez años en una línea de investigación centrada en el tratamiento biológico de gases, en concreto, en aspectos relacionados con los olores, en el tratamiento de gases de efecto invernadero y ahora en la revalorización de biogás, en la que se enmarcan tanto el proyecto del Plan Nacional como el proyecto Europeo.

En esta iniciativa, que cuenta con el apoyo de empresas como Abengoa, Aqualia, Aguas de Valladolid, Biogas Fuel Cell o Urbaser, participa además la investigadora Mar Peña Miranda, así como 2 investigadores postdoctorales y 4 estudiantes de doctorado.