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L A PRODUCCIÓN DE MICROALGAS PARA USO AGRÍCOLA MEJORA CON NUEVOS FOTOBIORREACTORES EXPERIMENTALES

Fuente: Unidad de Cultura Científica de la UVa

En la lucha contra el cambio global hay un pequeño ser con capacidades provechosas. Son las microalgas, microorganismos con capacidad de fotosíntesis repartidos no solo en mares y terrenos acuosos, también por suelos de todo el planeta.

Un proyecto Life+, en el que participa la Universidad de Valladolid (UVa), ha estudiado la forma de aprovechar estas algas microscópicas en actividades agroindustriales tanto para capturar dióxido de carbono, el gas de efecto invernadero más preocupante en estos momentos, como para servir de abono una vez descompuesto.

En este marco, un equipo de la Escuela de Ingenierías Agrarias de la UVa en el campus de Palencia ha diseñado nuevos depósitos para el cultivo de microalgas. Los fotobiorreactores aceleran el proceso de crecimiento e incrementan la carga fertilizante en las microalgas.

Los suelos contienen de forma natural microalgas. En la Meseta Norte, es habitual encontrar el género Chlorella, organismo unicelular del tamaño de un glóbulo rojo pero de un intenso color verde.

“Está más presente cuando más húmedo es el suelo”, explica el catedrático de Ingeniería Agrícola y Forestal Luis Manuel Navas. “El proyecto Life+ Integral Carbon persigue minimizar la carga de dióxido de carbono en la producción agroindustrial”, resume el responsable del grupo de investigación de la UVa participante.

En un marco más amplio, la iniciativa, que involucra a centros de investigación y al sector industrial, ha diseñado un sistema circular de aprovechamiento y reutilización de residuos en el que participan las microalgas.

Los fotobiorreactores son piscinas de plástico de tres metros cúbicos de capacidad, aproximadamente, y recuerdan a las que emplean los niños para bañarse.

Allí crecen las microalgas, a las que se les controla la temperatura, el dióxido de carbono, el nivel de acidez del agua y la conductividad eléctrica producida.

El equipo científico testó digestatos como sustrato para el crecimiento de los microorganismos. Los digestatos aportan los nutrientes que necesitan estos seres y proceden de residuos de las explotaciones donde terminarán las microalgas.

En el desarrollo de estos dispositivos han colaborado investigadores de la Universidad de Burgos y del Centro de Desarrollo Biotecnológico del CSIC, ubicado en Boecillo (Valladolid). Los resultados de esta investigación han sido recientemente publicados en la revista científica Science of the Total Environment.

Vino y leche
Los digestatos que sirven de alimento para las microalgas proceden de las industrias vinícola y lechera. Pellejos y rastrojos de vides y de efluentes sobrantes de productos lácteos sirvieron para la generación de biogás.

El combustible era empleado en las explotaciones, pero a cambio dejaba un rastro en forma de digestatos y de dióxido de carbono (CO2) emitido a la atmósfera.

Los digestatos se destinaron a substrato de las microalgas, que a su vez capturan el gas de efecto invernadero. Con ello se dibuja un sistema circular. De forma global, el proyecto pretende aprovechar los subproductos de la producción de vino y leche, reducir el impacto ambiental y crear nuevos fertilizantes para uso agrícola.

“Queremos que los suelos mejorados con microalgas no solo sean más eficientes, sino que además se mantengan en el tiempo, por ello, no solo es importante que capturen CO2, sino que una vez descompuestas, las algas sirvan de abono”, resume Navas.

Para el desarrollo de estos nuevos fotobiorreactores, la Universidad de Valladolid actualizó y mejoró una patente previa. Ahora persigue transferir esta tecnología a la industria.

El proyecto Life+ Integral Carbon se desarrolló entre 2014 y 2016, si bien parte de la iniciativa se amplió a 2017. Participaron las universidades de Valladolid y Burgos, la Fundación General de la UVa, el Centro Tecnológico Nacional Agroalimentario de Extremadura (CTAEX), la Asociación Vitivinícola de Uclés (Cuenca) y la empresa Kepler Ingeniería y Ecogestión, con sede en Burgos.

Evan A.N. Marks, Jorge Miñón, Ana Pascual, Olimpio Montero, Luis Manuel Navas, Carlos Rad. ‘Application of a microalgal slurry to soil stimulates heterotrhopic activity and promotes bacterial growth’. Science of the Total Environment. 605-606 (2017) 610-617. DOI: http://dx.doi.org/10.1016/j.scitotenv.2017.06.169

ABIERTA LA CONVOCATORIA DE LOS PREMIOS CON LOS QUE EL CONSEJO SOCIAL DE LA UVa RECONOCE LAS ACTIVIDADES DE INVESTIGACIÓN Y TRANSFERENCIA DE LA UNIVERSIDAD Y EMPRESAS

Con el objetivo de reconocer la labor de investigación y transferencia de conocimientos que se desarrolla en el seno de la Universidad de Valladolid, el Consejo Social de la UVa ha abierto una nueva convocatoria de sus Premios de Investigación, que cumplen ya su undécima edición.

En concreto, el Consejo Social quiere premiar con estos galardones a aquellos departamentos, cátedras, centros de estudios institutos universitarios y Grupos de Investigación Reconocidos (GIR) de la UVa que se distinguen especialmente por la consecución de contratos de investigación y por el desarrollo de actividades con empresas e instituciones.

Para ello, disponen hasta el 28 de febrero para presentar las candidaturas para optar a este premio,  con una dotación económica de 6.000 euros que deberá destinarse a la adquisición de medios materiales relacionadas con la actividad investigadora del galardonado o a la publicación o divulgación de la misma.

Los Premios de Investigación del Consejo Social tienen una segunda modalidad dirigida a reconocer a aquellas empresas e instituciones que se distingan especialmente en contratar actividades y proyectos de investigación, desarrollo científico e innovación tecnológica con la Universidad de Valladolid.

En este caso, el premio tiene carácter honorífico y, al igual que la otra modalidad, el fallo se hará público antes del 15 de abril.

Las bases de los Premios de Investigación se pueden consultar aquí: Bases Premio Investigacion CS 2018 Bases Premio Investigacion Empresas CS 2018.

Su entrega tendrá lugar en un acto público que se celebrará a lo largo de este curso en la Universidad de Valladolid.

La convocatoria de estos premios se enmarca dentro de los objetivos del Consejo Social tendentes a impulsar la excelencia de la investigación universitaria y las políticas de transferencia y difusión de los resultados obtenidos en las actividades de investigación y su adecuación a las necesidades del territorio, con una mayor conexión con el tejido productivo.

Con esa finalidad, el Consejo Social ha desarrollado otras actividades como la edición de un Catálogo de Servicios de la Actividad de Investigación de la UVa y ha puesto en marcha otras iniciativas como un programa de becas para que los estudiantes universitarios se inicien en tareas de investigación.

Premiados

Instaurados en el año 2007, en anteriores ediciones resultaron premiados en la modalidad de departamentos, cátedras, centros de estudios institutos universitarios y GIR el Instituto de Biología y Genética Molecular (I.B.G.M.) (2007); el Instituto de Historia Simancas (2009); el GIR de «Tecnología Ambiental» (2010); el GIR de Espectroscopía Raman e Infrarrojo de Cristales y Minerales (2011), el GIR BIOFORGE (2012); el GIR Ingeniería de Procesos a Presión (2013) el GIR Modelado, Biomédica y Visualización Avanzada del Patrimonio (MoBiVAP) (2014), el GIR Física y Química de los Sólidos (2015), el Grupo de Investigación Reconocido “Grupo de Ingeniería Biomédica” (2016) y la Unidad de Investigación Consolidada (UIC) “Tradición y cambios en las sociedades prehistóricas del Valle del Duero”, que recibió el premio en la edición convocada en 2017.

Por su parte, los galardonados en la modalidad Empresas e instituciones han sido Agroalimentaria Paraíso (2007); G. M. V. (2009); Grupo Antolín (2010); Bodegas Emilio Moro (2011); Telefónica i+D (2012); Agroseguro S. A. (2013), ABN Pipe Systems (2014), Urbaser (2015), Prosol (2016) y Repsol (2017).

 

INIVESTIGADORES DEL IBGM APORTAN NUEVOS DATOS SOBRE EL DESARROLLO DE FIBROSIS CARDIACA EN LA OBESIDAD

Fuente: Tribuna de Valladolid/Agencia Dicyt

Un estudio experimental en ratas publicado recientemente en la revista ‘Scientific Reports’ ha mostrado el papel del receptor mineralocorticoide en la fibrosis cardíaca inducida por la leptina en el contexto de la obesidad.

La investigación básica en este campo es clave para, en un futuro, poder combatir esta disfunción cardiaca que, con el aumento en la incidencia de la obesidad, cada vez afecta a más personas en todo el mundo y en especial en España.

Según la Agencia DiCYT, se trata de un trabajo realizado en colaboración por los grupos de investigación de la Dra. Victoria Cachofeiro en la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), y de la Dra. Marisa Nieto en el Instituto de Biología y Genética Molecular (IBGM), centro mixto del CSIC y la Universidad de Valladolid, ambos pertenecientes al Centro de Investigación Biomédica en Red Enfermedades Cardiovaculares (CIBERCV) del Instituto de Salud Carlos III, así como del grupo de investigación de la Dra. Natalia López-Andrés de Navarrabiomed en Pamplona.

El sobrepeso y la obesidad se definen como una acumulación excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). En los últimos años, la incidencia de la obesidad ha ido en aumento en España en todas las edades, y alcanza ya al 15 por ciento de la población.

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EL «INFLUENCER» DE LAS TECNOLOGÍAS EMERGENTES

Fuente: Innovadores Diario de Valladolid

Son marcadores de tendencias. Trasladan la moda desde las pasarelas hasta las redes sociales. Allí, cuentan con miles de seguidores que siguen al pie de la letra sus opiniones a la hora de adquirir cualquier producto. Desprenden desparpajo, simpatía y magnetismo. Los influencers son mucho más que consejeros. Se han convertido en los dioses de internet.

Son capaces de movilizar opiniones y que las personas pasen a la acción sobre un tema concreto. Y es que aunque la mayoría se dedican a mostrar ropa, productos de belleza y accesorios, también hay prescriptores virtuales que abren un mundo de posibilidades que aún no está inventado. Pronostican el futuro para poderse anticipar a él. No son videntes. Ni mucho menos. Se basan en información que existe en la red para dibujar escenarios que sirven para entender los fenómenos emergentes.

El ingeniero industrial Javier Carbonell ha diseñado un modelo matemático que ayuda a valorar estas tecnologías en boga, como puede ser el caso de las ciudades inteligentes para trazar el camino que van a seguir. Para ello utiliza datos públicos que se encuentran a golpe de clic.

El proyecto, que ha recibido la primera mención Doctorado Industrial de la Universidad de Valladolid (UVA), ya que supone un ejemplo de transferencia de conocimiento del sector público al privado, interesado en disponer de herramientas que le ayuden a definir su estrategia empresarial, mejora las metodologías existentes en foresight –previsión– y abarca el proceso que va desde la detección de nuevos fenómenos a su conceptualización y posterior comunicación. «El modelo matemático se alimenta de datos para estudiar la madurez de los fenómenos emergentes», expone.

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INVESTIGADORES DE INGENIERÍAS AGRARIAS DE PALENCIA ANALIZAN LA CONTAMINACIÓN DE SUELOS AGRÍCOLAS FERTILIZADOS CON LODOS Y COMPOST

Fuente: Gabinete de Comunicación de la UVa

Investigadores de la Escuela Técnica Superior de Ingenierías Agrarias de Palencia de la Universidad de Valladolid (UVa) estudian si se origina contaminación cuando se utilizan lodos procedentes de estaciones depuradoras de aguas residuales (EDAR) y compost de basuras urbanas en la fertilización de suelos agrícolas.

En un trabajo desarrollado en dos parcelas de la localidad palentina de Villamediana, los científicos han estudiado el grado de contaminación de los suelos agrícolas por policlorados bifenilos (PCB).

Estos compuestos contaminantes tienen su origen principal en la deposición atmosférica de la contaminación ambiental, debida a las emisiones de algunas industrias y las reservas que existen todavía de estos compuestos, afectando a los lodos que se obtienen en la depuración de las aguas residuales y el compost de residuos sólidos urbanos.

Aunque en la actualidad está prohibida la fabricación de PCB, siguen estando en el medio ambiente y son potencialmente peligrosos para la salud. Por este motivo, los investigadores han estudiado su presencia después de fertilizar durante ocho años las tierras con estos residuos orgánicos.

Al comparar los suelos donde se aplicaron residuos orgánicos frente a suelos que no los recibieron, los científicos han determinado que los primeros aumentaron su contenido en PCB, según los resultados que recoge una tesis doctoral defendida por el investigador por Juan Manuel Antolín, dentro de un equipo dirigido por la profesora Mercedes Sánchez Báscones, perteneciente al Grupo de Investigación Reconocido en Tecnologías Avanzadas Aplicadas al Desarrollo Rural Sostenible (GIR TADRUS).

Sin embargo, los niveles alcanzados se quedaron muy por debajo de los valores establecidos para suelos alejados de zonas de emisión de estos contaminantes, de manera que no se estima que la utilización de estos compuestos orgánicos pueda suponer un riesgo para la salud.

Las líneas de investigación de este grupo que tiene su sede en la ETS de Ingenierías Agrarias de Palencia se centran en “la gestión, el tratamiento y el aprovechamiento agrario de residuos orgánicos, procedentes de industrias alimentarias o ganaderas para ser utilizados posteriormente como fertilizantes o enmiendas en suelos agrícolas y forestales o en la restauración de suelos degradados”, explica Juan Manuel Antolín.

Dentro de este marco, la evaluación de la ausencia de toxicidad de estos residuos es fundamental cuando se aplican en suelos con cultivos, por su relación con la salud humana y animal.

En este caso, gracias a un proyecto subvencionado por la Junta de Castilla y León, cuyo objetivo era estudiar la viabilidad de utilizar lodos de las estaciones depuradoras y compost de residuos sólidos urbanos como fertilizantes en suelos agrícolas, se concluye que esta reutilización resolvería dos problemas: la gran cantidad de lodos generados en las estaciones depuradoras y la tendencia a la desertización de los suelos agrícolas de la comunidad, con contenidos de materia orgánica inferiores al 2%, a causa de las técnicas de laboreo intensivas.

Un aspecto fundamental era abordar la posible contaminación de los suelos agrícolas por algunos tipos de sustancias incluidas en los residuos orgánicos utilizados, como metales pesados y los PCB.

Estos compuestos han sido ampliamente usados en la industria eléctrica, por ejemplo, en transformadores y condensadores como fluidos dieléctricos; y también en productos de consumo como tintas, papeles y pinturas.

Sin embargo, en la actualidad, están incluidos en la lista de los contaminantes orgánicos persistentes prohibidos por el Convenio de Estocolmo por su toxicidad, bioacumulación, persistencia en el medioambiente y alta movilidad.

El mayor problema deriva de su acumulación en el tejido graso de los seres vivos y de su transferencia a través de la leche materna.

Algunos estudios vinculan su presencia a alteraciones hormonales y problemas de aprendizaje en los niños. Por sus características físicas, los PCB tienden a acumularse en las zonas más frías del planeta, como los polos.

Trabajo de campo y de laboratorio

La gran aportación de este trabajo es que se ha realizado “en condiciones ambientales reales, no en estudios de laboratorio”, destaca Juan Manuel Antolín.

Para ello se eligieron dos parcelas, una de regadío y otra de secano, que se dividieron para aplicar distintos tratamientos: fertilización mineral y fertilización orgánica con lodo compostado, lodo deshidratado y compost de basuras urbanas. Además, se dejó otra subparcela como suelo control, sin tratamiento.

Los investigadores repitieron el proceso cuatro veces y tomaron muestras antes y después para medir aspectos edafológicos y la concentración de contaminantes.

Además, también se realizaron análisis de plantas por su tamaño, producción y contenidos.

“Nuestra inquietud por el estudio de los PCB se debió a que estos compuestos están presentes a nivel global”, señala el científico, así que analizar su presencia “nos indicaría el nivel de calidad de nuestro medio ambiente más cercano”, teniendo en cuenta que en la región no existían este tipo de estudios.

Los tratamientos con los tres residuos orgánicos generaron un incremento de la concentración de PCB en el suelo agrícola. Aun así “están muy por debajo del umbral límite recomendado por la Unión Europea”.

Además de la aplicación de residuos orgánicos, otra posible vía de llegada de estos compuestos al suelo es la deposición atmosférica, que el análisis del terreno de control descartó en este caso.

Tendencia a la reducción

Por otra parte, se realizó una simulación sobre la tendencia de estos compuestos, debida a la aplicación de residuos orgánicos en los suelos agrícolas, de forma continua hasta el año 2050.

“Los valores obtenidos fueron muy próximos a cero, porque la tendencia de los PCB en el medio ambiente se está minimizando gracias a las normativas actuales, que además de prohibir su fabricación, obligan a que las reservas existentes se eliminen progresivamente”, apunta el experto.

No obstante, “siempre es necesaria la labor de equipos de investigación que vigilen y determinen la posible existencia de sustancias tóxicas como los PCBs, evitando posibles problemas de contaminación”.

En ese sentido, de cara al futuro, “nuestro objetivo es determinar otro tipo de compuestos tóxicos, como dioxinas y furanos”. Al no estar restringidos por la legislación, escapan del control, así que “vigilar y prevenir posibles riesgos para la salud humana y animal es una de nuestras responsabilidades”, comenta Juan Manuel Antolín.