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UN ESTUDIO DESTACA LOS BENEFICIOS DE LOS CENTROS COMERCIALES PARA LAS CIUDADES

Fuente: Gabinete de Comunicación de la UVa

La presencia de centros comerciales en Castilla y León desde hace algo más de tres décadas ha tenido efectos económicos que, en general, se pueden calificar de positivos para las ciudades donde se instalan.

Su aparición también ha contribuido a modificar el urbanismo y, como efecto menos deseable, la variedad de comercios ha descendido, de manera que el consumidor ha perdido capacidad de elección, según los resultados de una tesis doctoral del Departamento de Economía Aplicada de la Universidad de Valladolid (UVa).

Su autor, Juan Carlos Frechoso Remiro, profesor de la Facultad de Ciencias Empresariales y del Trabajo del Campus de Soria y cuya tesis fue dirigida por los profesores Pablo de Frutos Madrazo y Helena Villarejo Galende, explica que el objetivo de su trabajo era realizar un análisis de las consecuencias que ha tenido la instalación de grandes superficies tanto para los consumidores como para el sector del comercio.

“Existía un tópico según el cual los centros comerciales destruían y precarizaban el empleo y hacían bajar los salarios, pero nos hemos encontrado con datos que indican lo contrario”, afirma.

Desde la década de 1980, cuando comienzan a construirse las primeras grandes superficies en la región, hasta 2014, el número de ocupados en el comercio minorista ha crecido, salvo cuando se ha topado con la crisis económica.

Aunque se ha destruido tejido comercial tradicional, “la típica tienda familiar que no se ha adaptado a los tiempos”, otros tipo de pequeños comercios ha sabido modernizarse, asociándose en centros comerciales abiertos, convirtiéndose en franquicia u ofreciendo un aspecto más innovador.

Los centros comerciales no precarizan el empleo, puesto que, entre sus trabajadores, no hay más trabajos temporales que en el pequeño comercio y sus salarios han crecido por encima de la inflación. En definitiva, “hay más gente trabajando en el sector y cobrando más”, resume el autor.

Cambios en el urbanismo
Sin embargo, analizar la repercusión de este fenómeno va mucho más allá de los criterios económicos. Uno de los aspectos más curiosos es su capacidad para modificar el urbanismo de las ciudades.

Por ejemplo, “en Valladolid, el Centro Comercial Vallsur favoreció que se extendiera la ciudad con zonas como Covaresa o Parque Alameda”.

Tampoco la propia distribución de centros comerciales por la geografía española responde a criterios exclusivamente económicos.

“Presumíamos que los principales factores eran la población y la riqueza, pero, a la hora de comparar lo que sucede en distintas comunidades autónomas, nos llevamos sorpresas. Por ejemplo, Cataluña debería ser la segunda autonomía con más centros comerciales debido a su población y su riqueza, pero ocupa el cuarto puesto y esto se debe a una cierta resistencia de la Generalitat a conceder licencias”, señala Juan Carlos Frechoso.

Castilla y León ocupa el octavo puesto, aunque, dada la extensión, llama la atención la gran concentración que existe en Valladolid, donde existen algunas particularidades poco frecuentes, como la capacidad de atracción de clientes regionales que tiene RÍO Shopping.

Establecimientos que salen favorecidos
Otro aspecto analizado en la tesis es la capacidad que tienen los centros comerciales de favorecer a determinados formatos comerciales. Entre ellos están las grandes superficies especializadas, como las de electrónica (Media Markt) o también las franquicias y outlets, dedicados a la venta de productos en stocks de temporadas anteriores de determinadas marcas.

Sin embargo, “en todos los centros comerciales encontramos casi las mismas empresas”, mientras que se produce un fenómeno de concentración del comercio minorista, cuya variedad es cada vez menor. Ello redunda en que “el consumidor tiene menos alternativas, menos posibilidades de elegir”.

Los datos con los que se ha llegado a estas conclusiones proceden de la Asociación Española de Centros y Parques Comerciales (AECC), la Asociación Empresarial del Comercio Textil y Complementos (Acotex), el Observatorio de las Ocupaciones del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE), páginas web de algunas empresas y el Instituto Nacional de Estadística (INE).

Futuros estudios
En general, las conclusiones indican que los centros comerciales conllevan beneficios significativos para los municipios en los que se instalan, de manera que “parecería lógico que las autoridades no se opusieran a la apertura de nuevas superficies”, comenta el autor de la tesis.

Sin embargo, matiza que su estudio se ha realizado de acuerdo con los datos reales. “No sabemos hasta qué punto las condiciones cambiarían si se abriesen centros por doquier”, señala.

Siguiendo con esta línea de investigación, sucesivos estudios podrían abordar aspectos que se han quedado fuera de la tesis de Juan Carlos Frechoso, como, por ejemplo, la repercusión en los precios.

“Hemos visto que, mientras en ropa o calzado los precios son más bajos que en el comercio tradicional, en alimentación son superiores”, apunta. Pero el análisis es complicado, sobre todo teniendo en cuenta la influencia de la crisis económica.

También quedaba fuera de los objetivos de este trabajo el análisis de la influencia que tienen estos centros en los proveedores locales, aunque es de suponer que tienen pocas opciones, ya que predominan las grandes cadenas y las franquicias, que disponen de sus propios medios de distribución.

Tan solo el sector de la alimentación, que demanda productos frescos, dejaría un hueco significativo para los productores locales, según estima el autor.

DEMUESTRAN QUE EL TOPILLO CAMPESINO CONTRIBUYE AL AUMENTO DE LA TULAREMIA EN EL MEDIO AGRARIO

 Fuente: Gabinete de Comunicación de la UVa

Un equipo de investigadores del Instituto Universitario de Investigación en Gestión Forestal Sostenible (iuFOR), liderado por investigadores de la Universidad de Valladolid (UVa), ha demostrado que el topillo campesino (Microtus arvalis) es capaz de amplificar la presencia de la bacteria Francisella tularensis, causante de una enfermedad infecciosa que afecta a animales y personas: la tularemia.

En una investigación publicada en el último número de la revista Emerging Infectious Diseases, los investigadores describen el análisis de muestras de topillos de la provincia de Palencia tomadas entre 2013 y 2015, coincidiendo con una explosión demográfica del topillo campesino en Castilla y León. Utilizando muestras de tejidos (hígado y bazo de estos animales) y técnicas moleculares, han profundizado en la presencia de la bacteria Francisella tularensis y su relación con la densidad poblacional de estos roedores.

Los resultados indican que la prevalencia media de la bacteria en el topillo campesino durante esos años fue del 20.16%, e, incluso, del 33% durante un pico poblacional que tuvo lugar en julio de 2014.

De forma general, la enfermedad en personas comienza con síntomas inespecíficos, mayoritariamente tipo gripal, que varían en función de la vía de transmisión y la mayoría de los casos curan con el tratamiento antibiótico adecuado.

“Las personas se pueden infectar por diferentes vías, como son la inhalación de aerosoles y material vegetal o tierra infectada, el contacto con animales muertos, por ingestión de agua contaminada, así como la picadura de vectores de transmisión como garrapatas y mosquitos”, explica la investigadora pre-doctoral de la UVa Ruth Rodríguez-Pastor.

Brotes en Castilla y León

Dos grandes brotes de tularemia han sacudido Castilla y León en los últimos años: uno entre 1997 y 1998, y el segundo entre 2007 y 2008. En total fueron más de mil las personas afectadas por la enfermedad, notificadas de manera oficial. “El primer brote fue principalmente atribuido a la manipulación de liebres de caza, mientras que el segundo a un aumento de la abundancia del topillo campesino”, señala Rodríguez-Pastor.

Posteriormente, en 2014, volvieron a aumentar los casos de tularemia en humanos, con 95 pacientes confirmados, en un momento en que se registró de nuevo un aumento “significativo” de la población de topillo.

Según los autores, esta investigación pone de manifiesto que el topillo campesino tiene un papel clave en la transmisión y en la amplificación de la bacteria en los medios agrarios de Castilla y León, donde esta especie de roedor está ampliamente distribuida. La amplificación del patógeno en el medio se produce principalmente durante las plagas, cuando se alcanzan densidades de hasta 1.000 topillos por hectárea, de los cuales un tercio puede ser portador de Francisella tularensis.

“Por tanto, es importante llevar a cabo un seguimiento de las poblaciones de topillo campesino para prevenir los brotes de tularemia, tratando de reducir la exposición de las personas a dicha enfermedad”, agrega la investigadora.

Además de investigadores de iuFOR y Universidad de Valladolid, en el trabajo han participado científicos del CSIC (IREC), del Instituto de Salud Carlos III (Madrid), y de la Facultad de Medicina de la Universidad de Castilla-la-Mancha.

Ruth Rodríguez-Pastor, Raquel Escudero, Dolors Vidal, François Mougeot, Beatriz Arroyo, Xavier Lambin, Ave Maria Vila-Coro, Isabel Rodríguez-Moreno, Pedro Anda y Juan J. Luque-Larena. Density-Dependent Prevalence of Francisella tularensis in Fluctuating Vole Populations, Northwestern Spain. Emerging Infectious Diseases. DOI: https://doi.org/10.3201/eid2308.161194

UNA NUEVA METODOLOGÍA AMPLÍA EL CONOCIMIENTO SOBRE HERRAMIENTAS CREADAS HACE 1,7 MILLONES DE AÑOS

Fuente: Gabinete de Comunicación de la UVa

Para conocer la forma de vida de los primeros grupos humanos, las herramientas de piedra constituyen una valiosa fuente de información. Hace 1,7 millones de años, las primeras comunidades de Homo ergaster comienzan a desarrollar una nueva tecnología, conocida como Achelense, basada en herramientas grandes, pesadas y complejas. Estos nuevos objetos, entre los que destaca el hacha de mano o bifaz, suponen un gran avance respecto a los cantos tallados fabricados durante el Olduvayense, periodo anterior. 

Un equipo arqueológico de la Universidad de Valladolid ha desarrollado nueva metodología de análisis para estudiar las primeras herramientas fabricadas por el Homo ergaster. Esta nueva técnica de estudio ha sido aplicada en el yacimiento FLK West (Frida Leakey Korongo West), localizado en la garganta del Olduvai (Tanzania). Los resultados han sido publicados en la prestigiosa revista científica PLOS ONE.

Hace 1,7 millones de años, en Olduvai existía un gran lago alimentado por ríos estacionales. Allí convivían tres especies de homínidos, Homo ergaster, Homo habilis y Paranthropus boisei. Solo la primera era capaz de fabricar herramientas achelenses, lo que les otorgó una mayor capacidad de adaptación a la sabana, al aprovechar mejor sus recursos con esta floreciente industria lítica. En el yacimiento de FLK West, localizado en el tramo bajo de unos de los principales cursos fluviales que desembocaba en el salobre lago, se han hallado decenas de objetos tallados por el Homo ergaster.

Orígenes
“Hasta ahora se sabía muy poco sobre los mecanismos tecno-económicos que habían desencadenado el origen del Achelense, entendido como la aparición de una panoplia de herramientas de piedra grandes y pesadas", explica Policarpo Sánchez, primer firmante del estudio. El equipo de investigación de la Universidad de Valladolid ha contribuido a ampliar el conocimiento de los procesos de fabricación y uso de las primeras herramientas achelenses.

Se han estudiado 84 utensilios, un porcentaje significativo del total de los primeros útiles achelenses. Los arqueólogos únicamente han encontrado unos pocos centenares de grandes utensilios correspondientes a este momento germinal del Achelense hace 1,7 millones de ańos.La mayor parte de los restos arqueológicos encontrados en FLK West están depositados en la estación española Emiliano Aguirre, en Tanzania, aunque algunas pocas se han trasladado a la UVa para su restauración y posterior estudio. El equipo investigador se encuentra actualmente en una nueva campaña arqueológica en FLK West.

Esta publicación es el resultado de los trabajos arqueológicos que un equipo de investigadores del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la UVa, encabezado por el profesor Fernando Díez Martín, está llevando a cabo ininterrumpidamente desde 2012 en el yacimiento achelense de FLK West, en Olduvai (Tanzania).

Estas labores de excavación e investigación se enmarcan dentro del proyecto I+D Los primeros humanos y su evolución del Olduvayense al Achelense: Un proyecto paleoantropológico en la garganta de Olduvai, Tanzania, coordinado por el profesor de la Universidad Complutense de Madrid Manuel Domínguez Rodrigo, y en el que participan otros centros nacionales (Museo Arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid, Instituto de Evolución en África y Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana) e internacionales (Universidad de Dar es Salaam, Tanzania; Universidad de Calgary, Canadá; Universidad de Carolina del Norte, Estados Unidos).

El uso y la forma
De los 84 objetos estudiados, cuatro son bifaces, uno concretamente cumple todos los estándares clásicos. El bifaz es una piedra tallada con dos filos que convergen en un extremo apuntado. “Podemos afirmar que se trata de la herramienta más exigente a nivel técnico y formal”, explica Sánchez.

Junto a la descripción de los objetos líticos, el equipo investigador ha tratado de responder a la pregunta sobre cómo pudieron ser utilizadas estas herramientas y si su uso condicionó su forma o viceversa. El equipo científico ha divido los objetos en tres grandes grupos en función de cómo pudieron ser empleados: los que apoyan el filo sobre la materia a transformar, como los actuales cuchillos; los que dejan caer el filo para trocear por golpeó, como un hacha; y aquellos que emplean ambas acciones.

El Achelense
El Achelense es el fenómeno tecnológico de más éxito adaptativo dentro de la evolución del ser humano, pues pervive en el registro arqueológico durante más de 1,5 millones de años, desde hace 1,7 millones de años a 200.000 años del tiempo actual. Se expande por África y Eurosasia, conforme los continentes son colonizados, y diferentes especies de homínidos lo desarrollan. El origen del Achelense alumbra la aparición de un comportamiento complejo, asociado a nuevas y avanzadas competencias cognitivas, comunicativas, sociales y económicas.

Las primeras evidencias de este trascendental cambio tecnológico, datadas hace 1,7 millones de años, han sido encontradas en tres yacimientos del Este de África: FLK West, en Olduvai (Tanzania), Kokiselei 4 (Kenia) y Konso Gardula A6-1 (Etiopia). De estos tres yacimientos, el tanzano ha proporcionado las evidencias más sólidas, abundantes y mejor contextualizadas que hacen de este yacimiento un lugar excepcional para conocer el origen del Achelense.

Policarpo Sánchez Yustos, Fernando Díez Martín, Manuel Domínguez Rodrigo, Javier Duque, Cristina Fraile, Isabel Díaz, Sara de Francisco, Enrique Baquedano, Audax Mabulla, ‘The Origin of the Acheulean. Techno-functional Study of the FLK West Lithic Record (Olduvai, Tanzania)’, PLOS ONE (2017).

DE PULPA DE REMOLACHA A COSMÉTICO: UN INVESTIGADOR DE LA UVa CREA UNA BIOREFINERÍA PARA VALORIZAR RESIDUOS DE LA INDUSTRIA AZUCARERA

Fuente: Innnovadores-Diario de Valladolid-El mundo

Los desechos tienen derecho a vivir una segunda oportunidad. Y más en tiempos de crisis. Agudizar el ingenio y buscar esa salida que, además de revalorizar el producto, sea sostenible es una necesidad.

Eso es lo que ha hecho el investigador de la Universidad de Valladolid (UVA) Alberto Romero, que ha creado Cathycel, una biorefinería para valorizar residuos de la industria azucarera.

En concreto propone aprovechar la pulpa de remolacha y convertirla en sorbitol, un producto interesante para la industria cosmética, farmacéutica y alimentaria, además de ser un edulcorante de bajo poder calórico.

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UNA TESIS DOCTORAL DESCIFRA EL FUNCIONAMIENTO INTERNO DE LOS PINARES DE REPOBLACIÓN

Fuente: Gabinete de Comunicación de la UVa

Un tesis doctoral defendida en el Instituto Universitario de Gestión Forestal Sostenible de la Universidad de Valladolid (Campus de Palencia) revela los principales factores que afectan al desarrollo de los pinares de repoblación.

El estudio, elaborado por Teresa de los Bueis, aporta información muy valiosa para la gestión sostenible de estas plantaciones que por su carácter inminentemente protector —a priori no comercial— se desconocía hasta el momento.

El secreto está en el suelo

El pino carrasco y el pino silvestre —dos especies de sobra conocidas en nuestro país— tienen en común que fueron ampliamente utilizadas desde mediados del siglo XX para repoblar, respectivamente, antiguos encinares y robledales que, después de ser deforestados para uso agrícola o aprovechamiento de leñas, sufrían serios problemas de erosión.

Hoy en día, estos pinares están ampliamente asentados y a punto de alcanzar la madurez, por ello es indispensable conocer con profundidad qué relación hay entre los factores del medio y su crecimiento, de manera que sea posible proponer una gestión sostenible para los años venideros.

“Hemos detectado que los parámetros bioquímicos del suelo son factores determinantes de la productividad forestal porque afectan a la actividad de las bacterias y hongos encargados de la descomposición de la materia orgánica”, comenta la doctora Teresa de los Bueis que ha conseguido con su investigación dar una respuesta sólida a cómo funcionan estos ecosistemas.

Según los resultados de su tesis el agua es el factor limitante para la actividad descomponedora en las plantaciones de pino carrasco, sin embargo en las zonas de pino silvestre no es el agua, sino la elevada acidez del suelo la que actúa como limitante de estos procesos.


El manejo silvícola: una posible solución
“Los clareos que conllevan alteración de la densidad de estas plantaciones tienen un impacto sobre el ciclo de nutrientes en el suelo”, asegura la investigadora; y es que en el caso del pino carrasco el simple hecho de “abrir” el bosque facilitaría la incorporación del agua de lluvia al suelo, mejorando así las condiciones para la descomposición de la materia orgánica.

En el caso del pino silvestre la acidez del suelo podría corregirse con la incorporación paulatina de robles