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MÁS DE 230 CIENTÍFICOS DEBATEN EN LA UVA SOBRE INVESTIGACIÓN EN CALCIO INTRACELULAR

Fuente: Gabinete de Comunicación de la UVa

El Palacio de Congresos “Conde Ansúrez” de la Universidad de Valladolid acoge entre el 25 y el 29 de septiembre  la mayor concentración de investigadores en el calcio intracelular del mundo.

Cerca de 250 expertos en esta nueva línea de investigación puntera se reúnen para hablar sobre las consecuencias que las alteraciones que este catión en las células origina en nuestro organismo y que pueden derivar en enfermedades como el alzhéimer, cáncer u otras neurodegerativas, entre otras muchas. De hecho, el calcio está considerado el segundo mensajero de las células-el primero es la hormona- y aportan las señales que necesitan las células para desarrollar sus funciones.

El Congreso, que organiza la European Calcium Society, con sede en Bruselas, en colaboración con investigadores del Instituto de Biología y Genética Molecular (Centro mixto CSIC-UVa), fue inaugurado el domingo 25 de septiembre por el rector de la Universidad de Valladolid, Daniel Miguel San José, y el alcalde de Valladolid, Oscar Puente.

A continuación, el profesor de la UVa Javier García-Sancho fue el encargado de impartir la primera conferencia plenaria, quien fue presentado por el presidente del Comité Organizador y científico del IBGM, Carlos Villalobos.

El investigador Javier García-Sancho, quien recientemente ha recibido el Premio Consejo Social 2016, recibió el honor de abrir el congreso por sus grandes aportaciones en el ámbito mundial en fenómenos de activación celular, especialmente en lo que se refiere al papel del Ca2+ (calcio) como segundo mensajero.

Las otras dos conferencias plenarias, a las que se invitan a los referentes mundiales en este ámbito, serán impartidas por el Premio Nobel de Fisiología 1991 Erwin Neher. El científico alemán, quien ofrecerá la segunda conferencia plenaria del congreso el martes 27 de septiembre, obtuvo este máximo reconocimiento por inventar una tecnología (patch clamp) que revolucionó el estudio de los canales de calcio en las células.

La tercera y última conferencia, prevista para el miércoles 28 de septiembre, correrá a cargo de James W.Putney (USA),  otro de los nombres que suenan en lo más alto de este tipo de investigaciones y quien recibe en esta ocasión el Premio “Berridge Lecture” que concede la European Calcium Society por sus aportaciones a este campo.

Además de las tres conferencias plenarias, el Congreso contará con 132 comunicaciones y 60 charlas de investigadores a lo largo de los cinco días en los que se va a desarrollar este evento.

Los participantes proceden de todo el mundo: 50 acuden de España, incluyendo unos 30 de Valladolid;  unos 90 de la Unión Europea y otros 90 del resto del mundo, fundamentalmente de Estados Unidos, Corea del Sur, Australia e Israel. Todos ellos tuvieron la posibilidad de disfrutar de la visita guiada por el Valladolid del Renacimiento, que se desarrolló antes de la inauguración del Congreso y que finalizó en el Palacio de Santa Cruz, sede del Rectorado de la UVa.

El Comité organizador del Congreso está integrado por profesores e investigadores del Instituto de Biología y Genética Molecular CSIC-UVa: Carlos Villalobos Lucía Núñez, Maite Alonso, Javier Álvarez y Rosalba Fronteriz. Todos ellos forman parte de los tres grupos de investigación del IBGM dedicados a la investigación sobre el calcio intracelular, liderados por Carlos Villalobos, Javier García-Sancho y Javier Álvarez, respectivamente.

EL CATEDRÁTICO DE FISIOLOGÍA JAVER GARCÍA-SANCHO, PREMIO CONSEJO SOCIAL 2016

Fuente: Consejo Social de la UVa

El Consejo Social de la Universidad de Valladolid ha querido distinguir la trayectoria del catedrático de Fisiología de la Facultad de Medicina de la UVa Javier García-Sancho con la concesión de su Premio 2016.

Con este galardón, cuya entrega tendrá lugar el próximo mes de septiembre durante el solemne acto de Apertura del Curso Académico 2016-2017, el órgano de representación de la sociedad en la Universidad reconoce así la extensa y fructífera labor docente e investigadora de García-Sancho, quien fue director del Instituto de Biología y Genética Molecular (IBGM) y fundador de la Red de Terapia Celular del Instituto de Salud Carlos III, constituida por 27 grupos de investigación distribuidos por toda la geografía nacional

El fallo fue acordado por unanimidad por el jurado de este galardón, presidido por el presidente del Consejo Social de la UVa, Gerardo Gutiérrez, e integrado por antiguos rectores de la institución académica, los presidentes de las diferentes comisiones del Consejo Social y por el premiado en la última edición de este galardón, el catedrático de Literatura Española de la Universidad de Valladolid Germán Vega García-Luengos.

En su fallo, el jurado destaca, por una parte, la extensa trayectoria docente del catedrático García-Sancho, merecedora de la calificación de Excelente por el Programa Docentia, quien además de ejercer su labor en la Facultad de Medicina de la UVa, ha sido también adjunto de Fisiología en la Universidad de Santander y profesor visitante en el Laboratorio de Fisiología de la Universidad de Cambridge, en el Instituto Howard Hughes de California y en el Instituto de Neurociencias de Alicante, dependiente de la Universidad Miguel Hernández y el CSIC.

Junto a ello, el jurado valora especialmente la amplia labor investigadora del galardonado, miembro electo de la Academia Europea y quien también fue coordinador de Fisiología y Farmacología de la ANEP y presidente de la Sociedad Española de Terapia Génica y Celular.

Especialmente relevante es su labor como director del Grupo de Activación Celular del IBGM, con amplia experiencia en el estudio de fenómenos de activación celular, especialmente en lo que se refiere al papel del Ca2+ como segundo mensajero.

Este grupo inició su labor en este campo en el año 1984 al asistir uno de sus miembros al nacimiento del primer indicador de calcio intracelular durante una estancia sabática en Cambridge.

Conscientes del potencial de esta nueva herramienta, el grupo montó y mejoró la técnica en Valladolid, implementando en 1988 las medidas de microfluorescencia y análisis de imagen en células vivas, con resolución a nivel de célula individual.

Durante los últimos 20 años el grupo ha abordado temas relacionados con el control por mensajeros intracelulares de diferentes funciones y recientemente ha desarrollado una nueva familia de sondas fluorescentes derivadas de la aequorina, que son muy adecuadas para el estudio de la homeostasis del calcio en los orgánulos intracelulares.

Durante los últimos años el grupo se ha interesado en la posibilidad de restaurar la función perdida en enfermedades destructivas o degenerativas mediante tratamientos de Terapia Celular.

Así, en estrecha colaboración con grupos hospitalarios se ha implicado en estudios de regeneración de diversos tejidos, tanto a nivel básico como clínico, y ha promovido la colaboración transversal entre distintos grupos y la investigación trasnacional a través de la Red de Terapia Celular.

Con el objetivo de posibilitar la comercialización de estas investigaciones, el galardonado constituyó junto con la catedrática Ana Sánchez la empresa de base tecnológica Citospin, radicada en el Parque Científico de la UVa y autorizada por la Agencia Española del Medicamento para la preparación y suministro de células de grado clínico para uso humano.

Además de todos estos trabajos de investigación, el catedrático García-Sancho ha elaborado un total de 183 publicaciones, impartido más de 40 conferencias en simposios científicos nacionales e internacionales de especial relevancia y ha dirigido 12 tesis doctorales y 5 cursos y congresos especializados.

Sobre el Premio Consejo Social

Instaurado por el Consejo Social en el año 1998, este premio tiene por objeto honrar a aquellos profesores de la UVa que se hayan distinguido por sus relevantes méritos docentes y/o investigadores y hayan contribuido a enriquecer el patrimonio del conocimiento y/o a fomentar las relaciones entre la Universidad y la Sociedad.

El galardón está dirigido a profesores que formen parte de la plantilla docente de la Universidad de Valladolid en la fecha de la convocatoria, encontrándose en una fase de situación activa y de expansión de su actividad.

Para optar a este premio los candidatos deberán haber desarrollado de manera activa su actividad académica en la Universidad de Valladolid al menos durante 15 años, computándose a tal efecto los períodos de estancia en universidades y centros de investigación, nacionales o extranjeros, realizados en el marco de programas de cooperación, becas, etc., apreciados libremente por el jurado.

El premio consiste en una escultura que reproduce una de las columnas de la fachada histórica de la Universidad de Valladolid y un pin de oro que acredita e identifica al galardonado.

A lo largo de sus 18 ediciones, el Premio Consejo Social de la Universidad de Valladolid ha recaído en los siguientes profesores de la UVA:

Año 1998: Benito Herreros Fernández. Catedrático de Bioquímica y Biología Molecular en la Facultad de Medicina

Año 1999: Antonio Rodríguez Torres. Catedrático de Microbiología en la Facultad de Medicina

Año 2000: Ángel Alberola Figueroa. Catedrático de Química Orgánica en la Facultad de Ciencias

Año 2001: Jesús María Palomares Ibáñez. Catedrático de Historia Contemporánea de la Facultad de Filosofía y Letras

Año 2002: Juan Carlos Arnuncio Pastor. Catedrático de Proyectos Arquitectónicos de la E.T.S. de Arquitectura

Año 2003: Julio Valdeón Baruque: Catedrático de Historia Medieval en la Facultad de Filosofía y Letras

Año 2004: Fernando Tejerina García. Catedrático de Termodinámica en la Facultad de Ciencias

Año 2005: José Carlos Pastor Jimeno. Catedrático de Oftalmología en la Facultad de Medicina

Año 2006: José Ramón Perán González. Catedrático de Ingeniería de Sistemas y Automática en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales

Año 2007: María Antonia Virgili Blanquet. Catedrática de Musicología en la Facultad de Filosofía y Letras

Año 2008: Ángel Marañón Cabello. Catedrático de Medicina Interna en la Facultad de Medicina

Año 2009: Alejandro Menéndez Moreno. Catedrático de Derecho Financiero y Tributario de la Facultad de Derecho

Año 2010: José Antonio De Saja Sáez. Catedrático de Física de la Materia Condensada en la Facultad de Ciencias

Año 2011: Constancio González Martínez. Catedrático de Fisiología en la Facultad de Medicina

Año 2012: Germán Delibes de Castro. Catedrático de Prehistoria en la Facultad de Filosofía y Letras

Año 2013: Jesús María Sanz Serna. Catedrático de Análisis Numérico en la Facultad de Ciencias

Año 2014: Mª Isabel del Val Valdivieso. Catedrática de Historia Medieval en la Facultad de Filosofía y Letras

Año 2015: Germán Vega García-Luengos. Catedrático de Literatura Española de la Facultad de Filosofía y Letras

LA EDAD PROTEGE DE LOS EFECTOS NOCIVOS DE LA HCI DE LA APENA DEL SUEÑO, SEGÚN UNA INVESTIGACIÓN DE LA UVa

Fuente: Gabinete de Comunicación de la UVa

La hipoxia intermitente crónica (HCI, por sus siglas en español) es un tipo de hipoxia –falta de oxígeno- que se produce en la apnea obstructiva del sueño originando diversos efectos nocivos clínicamente visibles en los sujetos jóvenes, lo que facilita el diagnóstico de la enfermedad. Sin embargo, pese a ser más frecuente en sujetos de edad avanzada, el cuadro clínico es menos nítido, y esto dificulta el diagnóstico en las personas mayores.

Con el objetivo de profundizar en el origen de este hecho, un grupo de investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid (UVa), del Instituto de Biología y Genética Molecular (IBGM) –centro mixto UVa/CSIC-, de la Universidad Nueva de Lisboa (Portugal), del Hospital Clínic de Barcelona y del Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Respiratorias (CIBERES) del Instituto de Salud Carlos III, ha realizado un estudio experimental en ratas jóvenes y ratas de edad avanzada en el que sugieren que la edad protege de los efectos nocivos derivados de la hipoxia intermitente crónica.

El estudio, dirigido por el grupo de investigación del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular y Fisiología de la Facultad de Medicina de la UVa y el IBGM, que trabaja desde hace más de ocho años en esta línea de investigación, ha sido publicado en la revista ‘The Journal of Physiology’, 

“Nuestros resultados son de gran relevancia ya que contribuyen a la comprensión y evaluación del poco claro cuadro clínico encontrado de aparición tardía en los pacientes con síndrome de apnea obstructiva del sueño y que en tan pocos trabajos se ha estudiado”, precisa Sara Yubero, una de las investigadoras que ha participado en el estudio. Asimismo, el trabajo “tiene también una importante implicación clínica ya que favorece que se asienten las bases para un mejor diagnóstico y tratamiento clínico del síndrome”.

Un trastorno con una gran prevalencia 
La apnea obstructiva del sueño (AOS) es una enfermedad que se caracteriza por obstrucciones repetitivas, totales o parciales, de las vías aéreas superiores (fosas nasales, boca, faringe y laringe) durante el sueño, sobre todo en los períodos de sueño REM. Cada obstrucción ocasiona un episodio de hipoxia, provocando una caída en la presión arterial de oxígeno en sangre y una disminución en la saturación de la hemoglobina -un elemento que se encuentra en el torrente sanguíneo, el cual se une al oxígeno y lo transporta hacia los tejidos del cuerpo-, lo que conduce a un cuadro de hipoxia intermitente recurrente crónica (HCI).

La activación muscular y la reacción de despertar vencen esta obstrucción, el paciente inspira y se recupera la presión arterial de oxígeno en sangre iniciándose un nuevo ciclo de obstrucción. Sin embargo, estas reacciones de despertar interrumpen el sueño nocturno, rompen el poder reparador del sueño y generan somnolencia diurna en los afectados. 

Según los datos aportados en diversos estudios, la apnea obstructiva del sueño afecta a entre el 9 y el 15 por ciento de la población de más de 35 años y su incidencia aumenta con la edad. De este modo, se estima que el 26 por ciento de los hombres y el 21 por ciento de las mujeres de más de 60-70 años presentan esta enfermedad. 

A medida que la apnea obstructiva del sueño evoluciona, genera una serie de efectos adversos que constituyen el síndrome de apnea obstructiva del sueño (SAOS) y que agrupa a distintas patologías directamente asociadas a la hipoxia crónica intermitente, como problemas cardiovasculares -riesgo de padecer hipertensión y accidentes cardiovasculares agudos-; patologías hepatometabólicas -obesidad, resistencia a la insulina -; y alteraciones neuropsiquiátricas -ansiedad, depresión, déficits cognitivos y demencias-.

Estudio experimental en ratas jóvenes y de edad avanzada
Teniendo en cuenta la importancia sociosanitaria de la apnea obstructiva del sueño, dada esta alta prevalencia, y el hecho de que los trabajos experimentales que se centran en el estudio de los efectos de la hipoxia intermitente crónica son escasos en animales de edad avanzada, los investigadores pusieron en marcha este estudio, cuyo fin último fue además determinar por qué el síndrome de apnea obstructiva del sueño es clínicamente menos visible en los pacientes de edad avanzada.

“Nuestro estudio se centra en definir los posibles patrones distintivos en las alteraciones de los dos principales mecanismos patogénicos implicados en las patologías vinculadas al síndrome de la apnea obstructiva del sueño: el aumento del tono simpático y la aparición de un estado oxidativo. Para ello, hemos llevado a cabo una comparación de los efectos de la hipoxia intermitente crónica entre jóvenes y viejos, utilizando un modelo experimental de apnea obstructiva del sueño en ratas”, explica la investigadora.

En concreto, los investigadores emplearon ratas macho, adultos jóvenes (3-4 meses de edad) y ratas de edad avanzada (22-24 meses de edad), que se distribuyeron en cuatro grupos experimentales: controles jóvenes, animales jóvenes sometidos a hipoxia intermitente durante 15 días, controles viejos y animales viejos sometidos a hipoxia intermitente durante 15 días. En los cuatro grupos experimentales diseñados, se realizaron distintas medidas.

Los resultados obtenidos por el equipo científico muestran que el envejecimiento ofrece una protección contra los efectos perjudiciales producidos por la hipoxia intermitente crónica, que sí se han encontrado en los animales adultos jóvenes. “Esta protección provendría de dos hallazgos importantes. Nuestros datos muestran la ausencia de un tono simpático aumentado y la ausencia de un estado oxidativo en los animales de edad avanzada sometidos a hipoxia intermitente crónica, a diferencia de lo que ocurre en los animales jóvenes, en los que la hipoxia intermitente aplicada produce una clara hipertensión y una modificación del estado de oxidación –estado redox- aumentado”, precisa la investigadora.

Próximos pasos
Los resultados alcanzados tienen una gran implicación científica, “ya que sugieren importantes directrices para una futura línea de investigación, centrada en el estudio de los mecanismos implicados en la evolución del tono simpático y el estado redox (reducción-oxidación) en esta patología”. Del mismo modo, los investigadores prevén profundizar en el estudio de las posibles modificaciones del en el endotelio vascular inducidas por la hipoxia intermitente crónica como posible diana terapéutica para el tratamiento de la apnea obstructiva del sueño, particularmente en el enfermo de edad avanzada. 

El trabajo, que ha centrado la tesis doctoral del investigador Miguel Quintero, ha sido financiado con proyectos del Plan Nacional de I+D+i del Ministerio de Economía y Competitividad, del Instituto de Salud Carlos III a través del CIBERES –del que el Grupo del IBGM forma parte- y por la Junta de Castilla y León.

Referencia bibliográfica:
Quintero, M., Olea, E., Conde, S. V., Obeso, A., Gallego‐Martin, T., Gonzalez, C., Monserrat, J.M., Gómez-Niño, A., Yubero, S. y Agapito, T. (2016). “Age protects from harmful effects produced by chronic intermittent hipoxia”. The Journal of physiology. DOI: 10.1113/JP270878

INVESTIGADORES DEL IBGM Y DEL CSIC ESTUDIAN UN NUEVO TRATAMIENTO PARA LA RESTENOSIS VASCULAR

Fuente: Gabinete de Comunicación de la UVa

El Grupo de Canales Iónicos y Fisiopatología Vascular del IBGM (Instituto de Biología y Genética Molecular), centro mixto de la Universidad de Valladolid y el CSIC, estudia nuevos abordajes para el tratamiento de la restenosis, un problema frecuente tras la implantación de un stent, una mala cilíndrica que se coloca en los vasos sanguíneos para mantenerlos dilatados y evitar obstrucciones en caso de enfermedades vasculares como la arteriosclerosis.

La arteriosclerosis es una enfermedad común producida por la acumulación de colesterol y otras sustancias que se encuentran en la sangre, formando placas de ateroma. Con el tiempo, esas placas se enduceren dañando las arterias y obstruyendo el paso de la sangre, pudiendo causar infartos de miocardio o accidentes cerebrovasculares. Una solución habitual en estos casos es colocar un stent, un tubo que oprime la placa de ateroma contra la pared del vaso sanguíneo y restablece el flujo de la sangre. Sin embargo, en aproximadamente un 50 por ciento de los casos tras esta operación se produce una restenosis, una nueva obstrucción en el mismo sitio debido a que la intervención quirúrgica y la lesión asociada activan la la proliferación de las células de la musculatura lisa de las paredes de los vasos sanguíneos.

“Al colocar un stent se daña la pared del vaso sanguíneo y se genera una respuesta proliferativa, que normalmente es excesiva. De este modo, la pared del vaso se regenera y crece tanto que vuelve a ocluir el vaso. Este proceso se denomina hiperplasia intimal y es responsable de la reoclusión de los stents y también del fallo de las operaciones de transplante de órganos, porque si se cierra el vaso el injerto se muere”, explica María Teresa Pérez García, investigadora responsable del grupo junto con José Ramón López.

Para paliar la restenosis, se han diseñado algunos stent que se cubren de compuestos que permiten inhibir esa respuesta proliferativa. No obstante, “los compuestos existentes son poco específicos y no solo impiden que crezca el músculo de la pared del vaso sino también que se cierre la herida, originando trombos, de modo que el conducto puede volver a bloquearse”.

A partir de sus estudios experimentales, el grupo del IBGM ha detectado que en esa respuesta proliferativa está sobreexpresada una proteína en la membrana de las células musculares, el canal Kv1.3, que contribuye al crecimiento de la pared vascular, de forma que su bloqueo reduce la proliferación de las células del músculo de la pared del vaso dañado.

“Hemos patentado el uso de los fármacos que bloquean este canal para el tratamiento de la restenosis. Es un tratamiento más específico y ha sido probado con éxito en modelos in vitro, en un modelo de ratón y en un modelo de cerdo, en colaboración con investigadores de Barcelona. La idea última es diseñar un stent recubierto con una sustancia que incluya nuestro compuesto”, detalla la investigadora, quien añade que se encuentran en conversaciones con algunas empresas que diseñan stent para su posible aplicación.

No obstante, el grupo continúa profundizando en el estudio de este canal, analizando el mecanismo por el que se produce, con qué se asocia, qué vías de señalización activa o cuáles son los procesos que intervienen, una información que puede ser muy útil a la hora de desarrollar el tratamiento.

Un grupo de investigación consolidado
El Grupo de Canales Iónicos y Fisiopatología Vascular del IBGM ha obtenido la calificación de Unidad de Investigación Consolidada por parte de la Junta de Castilla y León, un distintivo que reconoce a los grupos de investigación de la comunidad que cuentan con un mayor nivel de calidad y de producción científica.

El grupo tiene su origen en los primeros pasos en la investigación de sus codirectores, quienes realizaron su tesis doctoral en la Facultad de Medicina de la UVa bajo la supervisión del profesor Constancio González. Tras defender la tesis en 1992, obtuvieron sendas becas de investigación en las universidades de Maryland y Johns Hopkins, en Estados Unidos. Tres años después volvieron a España y se integraron de nuevo en el grupo del profesor González.


En 2002, ambos científicos se integraron en una red de investigación del Instituto de Salud Carlos III en torno a la hipertensión y crearon un nuevo grupo en esta línea. “Siempre hemos trabajado sobre los canales iónicos, los responsables de la respuesta eléctrica de las células, de su excitabilidad. Estos canales permiten flujos de iones y eso determina la conducción de los impulsos nerviosos, por lo que son muy importantes para conocer cómo funcionan los tejidos excitables, como los existentes en el cerebro, el corazón o los vasos sanguíneos”, apunta María Teresa Pérez García.

Así, además de la hiperplasia intimal, el grupo trabaja en otra línea de investigación centrada en el estudio de las bases moleculares de la hipertensión. Para ello, precisa la investigadora, “disponemos de un modelo de ratón en el que estamos caracterizando la contribución de los distintos canales al desarrollo de la hipertensión. Se trata de una enfermedad que es la suma de muchos factores de riesgo y por ello tratamos de analizar cómo interaccionan estos factores de riesgo a nivel molecular, queremos entender el mecanismo por el que se genera ese aumento de la presión arterial para buscar nuevas dianas terapéuticas y diseñar tratamientos más específicos”.

El grupo trabaja actualmente en un proyecto del Plan Nacional de I+D+i y también cuenta con financiación del Instituto de Salud Carlos III. En la actualidad el equipo está formado por nueve miembros, además de los coordinadores, la técnico de laboratorio Esperanza Alonso, la investigadora posdoctoral Pilar Cidad, las estudiantes de doctorado Inés Álvarez, María del Carmen Arévalo, Alba Santos y Lucía Alonso, y la técnico Tania Arranz. Además, mantiene colaboraciones estables con el doctor Miguel Ángel de la Fuente (que también es profesor de la UVa y tiene su laboratorio en el IBGM) y con la doctora Mercè Roqué (Cardióloga en el Hospital Clinic de Barcelona e investigadora del IDIBAPS). Estos dos investigadores son también miembros de la Unidad de Investigación Consolidada de la Junta de Castilla y León.