Fuente: Gabinete de Comunicación de la UVa
El árbol más viejo de la Unión Europea es un cedro canario de 1481 años que se encuentra cerca del volcán del Teide en Tenerife, según la datación que ha hecho un grupo de investigadores del Instituto Universitario de Gestión Forestal Sostenible de la Universidad de Valladolid (iuFOR), la Universidad Rey Juan Carlos y el Parque Nacional del Teide, aplicando la técnica de radiocarbono.
El hallazgo se produjo durante una investigación sobre las poblaciones relictas de cedro canario que viven en los roquedos del Parque Nacional del Teide y cuyo resultado ha sido publicado en la prestigiosa revista “Ecology” de la Ecological Society of America.
El acceso a estas poblaciones de Juniperus cedrus, especie nativa de Canarias, es bastante difícil ya que viven encaramados a roquedos de roca volcánica sólo accesibles con técnicas avanzadas de escalada. Un reto que superaron gracias a la colaboración de escaladores locales, expertos en trabajos de conservación en zonas inaccesibles y coautores del trabajo.
Los investigadores comprobaron tras realizar la datación por radiocarbono que varios de los ejemplares estudiados sobrepasaban los mil años, y que incluso uno de ellos, tenía 1481 años de edad, lo que le convierte en el árbol más viejo datado hasta la fecha de la Unión Europea. “Varios de los árboles que hemos encontrado sobrepasan holgadamente los mil años, y hemos mirado una pequeña parte de lo que hay, lo que nos hace pensar que apenas estamos arañando la superficie de lo que podría ser uno de los reductos más importantes de árboles viejos del planeta” afirma Gabriel Sangüesa Barreda, investigador Juan de la Cierva en el Campus de la UVa en Soria y primer autor del trabajo.
La capacidad de los árboles para alcanzar edades extremas es algo extraordinario que ocurre muy pocas veces,ya que factores externos como la acción humana o los desastres naturales truncan sus vidas de modo prematuro. Por ello, la búsqueda de árboles excepcionales se realiza en áreas poco pobladas donde no ocurran grandes cataclismos.
Sin embargo, las cosas no siempre son como deberían ser y a veces ocurre lo inesperado y aparece una población de árboles extremadamente viejos, que viven al lado de un volcán y en una zona que fue usada con tal intensidad en el pasado, que la mayor parte de los árboles han desaparecido.
Estos árboles ancianos han sido capaces de superar cinco erupciones volcánicas en los últimos 500 años, continuas caídas de rocas, y prosperar en un clima árido y frío, sin apenas suelo. En este sentido, “los árboles prosperan mucho mejor en el llano, pero para persistir han tenido que refugiarse en los cortados, ya que la acción del hombre ha sido mucho más devastadora que los volcanes” afirma José Miguel Olano, también investigador de la UVa en Soria y coautor del trabajo.
Estos árboles no son solo viejos, sino que, además, junto a las medidas de conservación y protección derivadas de la creación del Parque Nacional, están recolonizando los llanos de los que fueron expulsados. “El fruto de los cedros se dispersa por la acción de aves, por lo que los ejemplares que sobrevivieron en las zonas más abruptas están permitiendo recuperar los antiguos bosques de cedros del parque” asevera José Martín Esquivel, coautor del trabajo y biólogo conservador del Parque Nacional del Teide.
Los resultados de esta investigación muestran como estos árboles ancianos no solo son testigos del pasado si no una pieza clave en el futuro de la especie.